jueves, 1 de septiembre de 2011
Ayer y hoy (7)
7
¡Estamos!, ha destrozado el salón, ¡hijo de puta!, ha destrozado los muebles, y los cuadros, ¡ha destrozado mis cuadros! Esto no puede estarme pasando a mi, esos cuadros valen una fortuna (Antonio López, Arroyo, Sicilia, Rafael Canogar, Lucio Muñoz,...). ¡Nooooo, mis cuadros noooo!, mis cuadros, mis cuadros, ¡mis cuadrooooos!, lo mejor que tengo, lo más valioso, lo único que merece la pena conservar de la casa (no llores, Isabel, no llores, lo mejor que tienes es la vida y aún la conservas). Hubiese preferido estar muerta para no ver este estropicio (ni se te ocurra pensar así, Isabel, no puedes permitirse ese lujo, debes seguir adelante, eres fuerte, tú eres fuerte) lo mejor que tengo, lo más valioso, lo único que no quiero perder. Pero... ¿cómo lo ha hecho? Todo está cortado limpiamente, con precisión, ¿habrá utilizado láser? Sí, eso es, ha utilizado láser, no podía arriesgarse a destrozarlo todo haciendo ruido, los vecinos podrían escucharlo y llamar a la policía.
Me duelen las piernas. Mis piernas... ¿qué habrá utilizado ese cabrón para inmovilizarlas? No veo golpes, ni hematomas, nada, sólo que me duelen y están como muertas. ¿A qué me enfrento?, ¿quién es ¡Estamos!?, ¿para quién trabaja?, ¿por qué yo?, quiero morirme.
Vamos, Isabel, no pienses, no dejes de luchar, sigue, ya estás cerca del teléfono, descuélgalo, marca el número de información; así, estupendo, y ahora marca el número de teléfono de la policía, sin miedo, cuéntales lo que te está pasando. No me creerán, seguro que piensan que estoy loca. No importa, tú llama y cuéntaselo.
- Oiga, ¿es la policía? Por favor, vengan a mi casa, vengan rápidamente, mi casa está destrozada, hay un muerto en mi cama y mis piernas, no puedo mover las piernas. ¿De verdad?, ¿van a venir?, ¿cuánto pueden tardar?, cinco minutos, ¿llamarán también a urgencias por mí? Gracias, muchas gracias. No, no me moveré, esperaré a la ambulancia.
Lo ves, Isabel, lo ves, sólo tienes que esperar cinco minutos. En esos cinco minutos puedes llamar a Juan. Llámalo, dile que le quieres, que no puedes vivir sin él, que no quieres seguir haciéndote la dura, que él tenía razón, que vas a cambiar, que lo echas de menos cada minuto y que... No, no, no, no puedo llamarle y decirle todo eso, no, no, no puedo, tendré que decirle que estoy en un apuro y no creerá ni una palabra del resto, pensará que sólo le llamo para que resuelva mis problemas y que cuando estén resueltos le dejaré tirado de nuevo.
Ya llegan, seguro que es la policía o la ambulancia, ¡tan pronto! No he escuchado el sonido de las sirenas. ¿Será ¡Estamos!?, No por favor, no, no, no que no sea ¡Estamos!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Sigue la intriga
ResponderEliminarGracias Luis, muchas gracias. Así son las novelas de misterio, intrigantes, jajajajaj, Un fuerte abrazo
ResponderEliminar