lunes, 26 de septiembre de 2011
Ayer y hoy (27)
27
Clara presentía que podía pasarle algo ¿por qué?, ¿a qué tenía miedo?, ¿por qué desapareció durante tanto tiempo?, ¿qué ha querido decirme a mi en una carta que no puede ver su hermano? No comprendo nada. De pronto todo es distinto, vivo en una realidad irreal, mientras un sueño me atormenta y los recuerdos se borran. No sé qué hacer.
- Isabel, Isabel, ¿me escuchas?
- Lo siento Pedro, ya sabes, el trabajo. ¿Dónde estás?, ¿sigues en el Hospital Central?
- No, ahora no estoy en el Hospital Central, Isabel. La policía quiere hablar conmigo. Ya sabes que el coche responsable del accidente de Clara se dio a la fuga, la policía necesita conmigo del tema. No creo que tarde mucho.
- Llámame cuando termines ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
- Nos vemos cuando tú termines, me acerco a dónde me digas o vienes tú al despacho, lo que quieras.
- Cuando terminé iré al Hospital Central, es posible que esté el resultado de la autopsia. Te llamo y nos vemos allí, si quieres.
- De acuerdo.
Qué barbaridad. No es posible que Clara esté muerta. Pero qué pasa ahí fuera, qué son esa voces. ¡Adela gritando!, no lo puedo creer. Pero...
- ¡Por qué me huyes!, ¿Qué pasa, te has cansado de mí?
- Lo siento señorita, el señor Villar del Álamo no atiende a razones y..
- No se preocupe, Adela, yo me encargo.
- Lo siento, señorita, lo siento.
- ¿Qué te pasa?, ¿crees que puedes despacharme así, como así?
- Tengo trabajo, Pedro, tengo mucho trabajo. Hoy no es mi mejor día, márchate ahora, ¡por favor! Yo te llamaré.
- ¿Pero qué te pasa?, ¡soy yo!, ¡yooooo! ¿Qué está pasando aquí?, ¿has conocido a otro?
- Cálmate, por favor, cálmate. Mi amiga Clara acaba de morir y no estoy con ánimo de discutir contigo.
- ¿Clara?, ¿qué Clara?, no conozco a ninguna Clara, no me has hablado nunca de ella.
- Puede ser, pero Clara es mi amiga y ahora está muerta. Vete, te lo ruego, te llamo cuando termine lo que estoy haciendo y vaya a ver a Clara ¿de acuerdo?
- No, de ninguna manera, me quedo aquí, iré contigo a ver a Clara.
- ¡Por favor!, Pedro, necesito estar sola, terminar el trabajo y ver a Clara sola.
- No me cuentes milongas, muñeca, tú quieres perderme de vista, pero ni se ocurra hacer algo así. No ha nacido la mujer que pueda dejar plantado a Pedro Villar del Álamo. Me voy porque me da la gana, pero te vigilo, te tengo vigilada, no puedes huir de mi, no quieres huir de mí, lo sé. Acabo de regresar de un viaje de un par de días y estoy deseando hacer locuras contigo. Seguro que tú también lo deseas, no me mientas. ¿Recuerdas la última vez? Ummmm me estoy relamiendo...
- Sí, claro, yo también. Pero luego, Pedro, luego, ahora es imposible.
- Cierra la puerta y echa las cortinas, no sería la primera vez que hiciésemos locuras en este despacho, ni será la última.
¡Mierda!, mierda, mierda, mierda, ¿pero en qué lío estoy metida?
- Lo siento, Pedro, tengo que contestar al teléfono.
- ¿Está bien, señorita, está bien?
- Sí, Adela, dile al jefe que voy a su despacho inmediatamente.
- ¿El jefe?, ¿qué jefe?, ¿está bien señorita?, ¿necesita ayuda?, ¿quiere que llame a seguridad?
- No se preocupe Adela, sólo dígale al jefe que estoy en su despacho en un segundo. El señor Villar del Álamo ya se está despidiendo.
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