domingo, 25 de septiembre de 2011

Ayer y hoy (25)


25

¿Qué pasa con Clara?, ¿cuánto tiempo hace que no sé nada de ella? (piensa Isabel, piensa) no lo sé. Ayer, bueno hace dos meses, antes de esta pesadilla. Lo último que recuerdo es que ella me dio una pistola. Es cierto, la pistola. No sé si la pistola es parte de un sueño o existió en realidad. Sí la pistola existe ¿dónde está?, (recuerda, Isabel, recuerda, ¿cuando viste a Clara por última vez?); si la pistola es real todo lo demás también es real: ¡estamos!, el hombre muerto en mi cama, el chichón en la frente, las piernas dormidas, Clara mirándome desde el espejo, todo. Pero no puede ser, es demasiado fantástico para ser cierto. Ha sido un sueño, una pesadilla. ¡Mierda!, ¿por qué no recuerdo lo que ha pasado los últimos dos meses?

- Isabel, Isabel, te encuentras bien. ¿Qué te pasa? Voy a llamar al urgencias.
- No, Adela, no, no llames a urgencias. ¿Para qué quieres llamar a urgencia?
- La estoy hablando y usted no contesta, es como si no estuviese aquí, como si la hubiese dado un vahído y no fuese capaz de hablar.
- Si insistes en llamarme de usted, tendré que llamarte yo también de usted a ti.
- Lo siento, pero, es cierto, me siento más cómoda llamándola de usted.
- De acuerdo, Adela, puedes llamarme como quieras.
- Gracias, señorita, la seguiré llamando de usted, como los últimos dos meses.
- Entonces decidido, yo también la llamaré de usted.
- No hace falta, usted puede llamarme como quiera. Pero los dos últimos meses me llamaba de usted.
- Dígame, Adela, ¿qué me estaba contando de Clara?
- Que ha tenido un accidente y está en coma, en el Hospital Central.
- Ah, eso, ya lo sé.
- Como me dijo que quería hablar urgentemente con ella, pensé que no recordaba que Clara ha tenido un accidente muy grave y se teme por su vida. El coche en el que viajaba fue envestido por un turismo que se dio a la fuga. La policía está buscando un turismo negro, un Mercedes con matrícula de Madrid.
- ¿Vino Clara por aquí en los últimos dos meses?
- No, señorita, hace mucho tiempo que no venía por aquí. No sé si recuerda que usted quería hablar con ella (de eso hace ya mucho tiempo), pero no pudimos localizarla.
- Llamaste al trabajo, a casa, eso sí lo recuerdo. Te dijeron que estaba de viaje ¿no?
- Sí, bueno, en el trabajo me dijeron que había tomado vacaciones; en su casa me dijeron que estaba fuera de España, participando en un proyecto de cooperación.
- Es cierto, me dijo que pensaba viajar a un país africano, dentro de un proyecto de cooperación. Pero no he vuelto a saber nada más de ella. ¿Cuándo ha tenido el accidente?
- Hace un par de días me llamó su hermano y me lo dijo, usted no estaba aquí, en su despacho estaba doña Irene, la jefa de personal.
- ¿Por qué estaba Irene en mi despacho?
- No lo sé, pero me dijo que usted había salido por una urgencia y que ella recibiría en su lugar a la importante visita que llegó unos minutos después. También me dijo textualmente lo siguiente: “Adela, aunque se hunda el mundo o se muera mi madre no me pases ninguna llamada, ni permita que nadie llame a mi puerta, ¿entendido?, la reunión que tengo es muy importante y no quiero que me moleste nadie”.
- ¡Una visita importante! ¿Cómo de importante?, ¿quién estuvo en mi despacho con Irene mientras yo no estaba aquí?
- Don Luis. Él se llevó algunos documentos del expediente Hurtado. El expediente estaba sobre la mesa, doña Irene le dio a don Luis algunos documentos.

- ¿Por qué no me llamó por teléfono para contármelo?
- Lo intenté una y otra vez sin ningún resultado, su teléfono estaba desconectado o fuera de cobertura. Pensé que la urgencia era esa, que usted se había enterado del accidente de doña Clara y estaba allí, con ella, en el Hospital Central, que por eso no podía atender al teléfono. Envié en su nombre un ramo de flores al hospital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario