miércoles, 31 de agosto de 2011

Ayer y hoy (6)


6

Yo antes era otra persona, lo sé, otra persona distinta a la persona que soy ahora. Una persona más fácil, más alegre, más ingenua, más feliz. Incluso físicamente era otra persona. Mi nariz era más grande, mis pechos más pequeños, mi pelo tenía siempre el mismo color, mi casa era diminuta y llena de gente, ahora es enorme y estoy sola, mis bolsillos transparentes, sin dinero de plástico, no tenía teléfono móvil, ni agenda, ni portátil, ni días de hoy en los que no recuerdo lo que hice ayer, ni acciones, ni obligaciones, ni pesadillas.

¿Cómo he llegado hasta aquí?, ¿qué tren me ha dejado en esta estación desconocida?, ¿quién me vendió el billete?

Déjalo Isabel, déjalo, no es el momento de filosofías baratas, sesiones de psicólogo y sofá, terapias de recuerdo o añoranzas inútiles. Antes eras una mujer del montón, pobre de solemnidad, sin oficio ni beneficio, y ahora tienes un aspecto estupendo, un trabajo estupendo, un sueldo brutal, ropa de marca (cara, muy cara) y un prestigio profesional que ya quisieran tener muchas de tus antiguas amigas, compañeras de colegio. Tienes una vida que no te la crees ni tú. Deja de pensar estupideces que no es el momento de pensar sino de actuar.

Tienes que olvidar el detalle de mal gusto que acabas de descubrir en la nevera, es de plástico, esa calavera es de plástico, seguro que es de plástico ¿de qué sino? ¡Estamos! te ha querido asustar, sólo eso. No estás muerta, eso es lo importante. Si ese tipo te hubiese querido matar lo habría hecho, pero estás viva, te ha dado un golpe en la cabeza y en las piernas, pero nada más, no te ha disparado, no te ha violado, no se ha ensañado contigo. Sólo ha querido asustarte, pero tú no puedes consentir que a estas alturas te asuste nadie y menos aún ese don nadie, ese tipejo. Bebe agua, ve al salón y llama a la policía, luego debes llamar a Juan y explicarle lo que te está pasando, él te ayudará, tiene que ayudarte. Sin él estás perdida, hace tiempo que estás perdida sin él.

¿Y la cartera?, en la nevera no está. Se lo ha llevado ¡Estamos! ¿Para qué puede querer alguien mi cartera? Es un error, ese tipo se equivoca, en mi cartera no hay nada que le pueda interesar a alguien. ¡Estamos! ha visto mi cartera-maletín en la nevera y se lo ha llevado sin abrirlo. Pero volverá, seguro que vuelve cuando descubra que no es el maletín que busca.

Bien, Isabel, bien, ya estás en el salón, ahora sólo debes acercarte al teléfono, marcar el número de información, preguntar por el número de teléfono de la policía y llamarles. Eso es, así, despacio, ¿lo ves?, siempre has podido conseguir lo que querías, ahora también lo conseguirás. Un esfuerzo más, eso es, ya estás, otro pequeño esfuerzo y....

- ¡¡¡¡¡Nooooooooooooooooo!!!!

Ayer y hoy (5)


5

Tengo que hacer algo, necesito hacer algo, pero qué puedo hacer, nadie responde a mis gritos y no sé si es peor el silencio o los ruidos. Estoy aquí, en el suelo, tengo un enorme chichón en la cabeza, me duelen las piernas, apenas puedo moverme, sigue siendo de noche y sólo veo un diminuto haz de luz que sale de la nevera y se estrella contra la pared. La puerta de la nevera está casi cerrada y no sé si el dichoso maletín-cartera sigue ahí dentro o no. Pero eso es lo que menos me preocupa en estos momentos.

Tengo que hacer algo, necesito hacer algo, ¡Estamos! debe haberse marchado ya y yo sigo viva, pero no sé la hora que es ni cuánto tiempo tardará en amanecer. Debo llegar como sea hasta el interruptor de la luz y luego hasta el teléfono fijo, el móvil lo tiró ¡Estamos! por la ventana, lo recuerdo bien. Además, también recuerdo que... ¡mierda, hay un muerto en mi cama! Tengo que llamar a la policía y a Juan, no importa si no me creen, llamaré de todas formas. Tengo que llamar también a urgencias.

Tengo que hacer algo, necesito hacer algo, lo que sea, algo, cualquier cosa menos quedarme aquí. Me arrastraré, eso es, iré arrastrándome hasta la puerta. Pero dónde está la puerta. Vamos a ver, Isabel, piensa Isabel, piensa: si la nevera está ahí, la puerta tiene que estar enfrente y junto a la puerta está el interruptor de la luz. Eso es, me siento (bien Isabel, bien ya estás sentada), me arrastro moviendo el trasero (como hacíamos en las clase de educación física) y avanzo (muy bien Isabel, magnífico) y llego a la puerta (¡bién!). Aquí estoy, al lado de la puerta, ahora intentaré ponerme de pié. ¡Mierda, mierda, mierda!, esto es imposible, no puedo, el dolor que tengo en las piernas me impide cualquier movimiento (no llores Isabel, ni se te ocurre llorar, tu eres fuerte, muy fuerte, sigue adelante)y no puedo, no puedo ¡joder!

Tengo que hacer algo, necesito hacer algo. Estiraré un brazo, lo deslizaré por la pared al tiempo que empujo con todas mis fuerzas (eso es Isabel, así, sigue así) y ya está, la luz encendida. Ahora lo importante es llegar al salón para poder llamar por teléfono. Pero tengo sed, tengo mucha sed, iré a la nevera, la abriré, beberé agua fría (no podré calentarlo, eso sería un esfuerzo imposible de realizar) y luego con fuerzas renovadas iré al salón para llamar por teléfono. Eso es, estupendo (vamos Isabel, tú puedes) avanzo, puedo avanzar, me pongo de lado, llego a la nevera, abro la puerta y...

- Aaaaaaaaahhhhh

martes, 30 de agosto de 2011

Ayer y hoy (4)


4

¡Qué frío! Estoy congelada. Y además, ¿qué me pasa?, ¡no me puedo mover!, me duele todo el cuerpo. ¿Por qué no me puedo mover? Estoy boca abajo, en un lugar frío, muy frío, todo está negro, ¿dónde estoy? ¡Estaré muerta?, si, claro, eso es, estoy muerta. ¡Estamos! me mató. No puedo recordar lo que ha pasado ayer, pero recuerdo perfectamente que ¿Estamos? me mató. Dijo cinco y disparó.

¿Disparó?, que raro, no recuerdo el disparo. Lo vi acercarse sin decir nada, con la pistola a la altura de los ojos, la mano izquierda de lado (estilo gangster zurdo), el dedo en el gatillo y los ojos abiertos, muy abiertos. Se acercaba como a cámara lenta. Y yo ¿qué hacía yo? Claro, yo estaba abriendo la nevera, quería comprobar si allí estaba mi maletín-cartera para entregárselo a ¡Estamos! y ganar tiempo.

Sí, ya sé que puede parecer raro que mi cartera-maletín estuviese en la nevera. A mí también me pareció raro la primera vez. Pero no es tan raro como parece. Lo que pasa es que mi nevera siempre está vacía. Vivo sola, viajo mucho, no como en casa, no tengo tiempo para ir a comprar, etc. etc. En resumen, que soy un desastre y uno de los efectos de que soy un desastre es que mi nevera siempre está vacía. Bueno, para decir la verdad, mi nevera no está nunca vacía del todo, siempre hay un par de botellas de agua, champagne y buen vino. No hace falte que explique para qué tengo champagne y vino (siempre de marca) en la nevera ¿verdad? Nunca se sabe cuándo se pueden necesitar. El agua lo tengo en la nevera porque todos los días, al levantarme y al acostarme, tengo que beber agua, si no bebo agua no puedo irme a dormir. Por las mañanas el agua lo bebo caliente (mi amiga Clara dice que es estupendo para guardar la línea) y por las noche la bebo directamente de la nevera.

Que sigue pareciendo raro, qué le vamos a hacer, eso es todo lo que puedo decir en mi defensa. Eso y que algunos días, los días que no recuerdo lo que pasó ayer, esos días en blanco, esos días en los que pasan cosas extrañas (nunca tan extrañas como las que deben haber pasado ayer y yo no recuerdo hoy) pues eso, esos días, encuentro mi maletín-cartera en la nevera. No soy consciente de nada y como no recuerdo nada, no recuerdo tampoco cómo y por qué los días que no recuerdo nada dejo mi maletín-cartera dentro de la nevera. Es un hecho y punto.

También es un hecho que estoy aquí, en algún lugar, boca abajo, helada de frío y a oscuras. No me puedo mover... Espera, ¡si me puedo mover!, puedo mover un brazo. Si, ya lo muevo, tal vez pueda darme la vuelta. ¡Que dolor!, tengo un dolor insoportable en la cabeza. Claro, cómo no me va a doler la cabeza si tengo un chichón descomunal. Me daré la vuelta, despacio e intentaré levantarme, necesito saber en qué lugar estoy. Lo que parece claro es que no estoy muerta ¿o sí?, ¿será así la muerte? Qué tontería, si estuviese muerta no podría tocarme el chichón. Además, este sitio me parece familiar. Sigo en casa, en la cocina y veo un luz, es la nevera, está abierta. A ves si puedo levantarme. No, no puedo moverme. ¡Qué dolor en las piernas! Pero..... ¿qué ruido es ese? Parece una puerta. ¿Será ¡Estamos! que viene a rematarme? No importa, tengo que gritar.

- ¡Socorrooooooo! Estoy aquí!, ¡aquiiiiii!, en la cocina.

domingo, 28 de agosto de 2011

Ayer y hoy (3)


3

Esto no me esta pasando a mí. Seguro que por ahí, en algún lugar de la habitación, hay una cámara oculta, alguien que quiere gastarme una broma. Sí claro, eso debe ser, no puede ser otra cosa. Sin embargo, el tipo que me apunta con mi propia pistola no parece que esté bromeando.
- ¿Estas sorda o qué te pasa? Tienes cinco minutos para darme el maletín, ¿estamos?
- Pero... yo...
- Tú te callas, ¡puta!, ¡estamos! Cinco minutos, ni uno más. Si en cinco minutos no tengo el jodido maletín te mato, ¡estamos!
- Yo no....
- Shiiiiii, ¡silencio!, ¡estamooooosssss!
- ....
- Uno.
¡La pistola! Es cierto, la pistola que tiene en la mano es la mía. Bueno, en realidad, la pistola que tiene en la mano y con la que me está apuntando no es mía, es la que estaba en mi bolso pero no es mía, esa pistola es de Clara. Clara me dio esa pistola hace unos días (además, yo creo que tampoco es suya) y me dijo que era vital para ella que yo guardase la pistola sin pedir explicaciones. Clara es mi mejor amiga, mi única amiga de verdad. Nos conocemos desde la infancia, fuimos juntas al colegio. Es la típica amiga de libro. Por eso acepté.
- Dos.
Esto es una pesadilla. Ahora comprendo que no debí aceptar guardar la pistola, debí decirle a Clara que me contase de qué iba el rollo. Porque, vamos a ver, para qué necesita Clara una pistola y por qué me la dio a mi, de quíen es realmente la pistola, por qué me dijo que la llevase siempre en el bolso, por qué no podía esconder ella su propia pistola. No entiendo nada pero debo hacer algo. Veamos, ¿tengo yo algún maletín? No tengo un maletín, pero tengo una cartera. La cartera del trabajo. Sí, claro, además mi cartera parece un maletín. Voy a buscarla.
- Tres
¿Dónde he dejado la cartera? En el despacho, claro en el despacho, allí debe estar.
Juan tiene razón, soy estúpida, soy la persona más estúpida del mundo. Cómo he podido meterme en este lío. Además, dónde está Clara, desde que me dio la pistola no hay forma de contactar con ella, su teléfono está siempre desconectado o fuera de cobertura, ¿le habrá pasado algo?. No, en el despacho no está.
- Cuatro
¿Dónde demonios he metido la cartera? Ayer debió ser un día imposible de olvidar y yo lo he olvidado todo.
Sigue contando, ese matón sigue contando, debo seguir buscando mi cartera, tal vez cuando le de mi cartera y el abra mi cartera descubra que todo es un error.
Esto debe formar parte de un juego de esos en los que alguien quiere vivir una experiencia impresionante y contrata a una empresa. Seguro, algo así debe ser porque preguntar por una cartera es un recurso muy visto, pasado de moda.¿Qué se supone que hay en esa cartera, dinero, drogas, qué? No me lo creo, todo parece tan irreal... ¿Estaré soñando?; si eso es, estoy soñando. Porque, además, en mi cartera sólo hay libros y papeles. Pero el tipo se acerca y sigue apuntándome con la pistola de Clara.
Piensa, Isabel, piensa, dónde has metido tu propia cartera...
Ya lo tengo, sé dónde está: en la nevera.
- Y cinco.

Ayer y hoy (2)


2

No sé qué hacer, qué pensar, qué decir. Tengo que llamar a la policía. Sí eso, llamaré a la policía. Pero antes tendré que saber cuál es el número de teléfono de la policía. En las películas todo es muy fácil, descuelgas el teléfono y dices ¿es la policía? Y acto seguido la policía está en tu casa. Pero en la realidad hay que tener el número de teléfono de la policía para poder llamar y yo no tengo ningún número de teléfono para llamar a la policía ¿qué puedo hacer? Buscaré en Internet, eso, buscaré el número de teléfono de la policía en Internet y llamaré. Pero... qué les voy a decir: oiga ¿es la policía?, sí, pues vengan a mi casa que en mi cama hay un hombre muerto y no sé quién es. No me creerán, pensarán que estoy loca. ¿Llamaré a Juan?, sí, eso, llamaré a Juan, él sabrá que puedo hacer. Pero... qué le digo a Juan sin que piense que es uno más de mis trucos. No me creerá, él menos que nadie. Cuando le diga: Juan, ven por favor, ven, no recuerdo nada de lo que pasó ayer y ahora hay un hombre muerto en mi cama, me colgará el teléfono, seguro. Pensará que estoy loca de verdad.

No importa lo que me digan, tengo que hacer algo. Está decidido, llamaré a la policía y a Juan, no necesariamente en ese orden, o sí, no sé. Tengo que hacer algo, llamar a alguien. ¿Dónde está el maldito teléfono? No puede ser, el móvil tampoco está en el bolso. Pero... ¿quién está ahí?

- ¿Es esto lo que buscas, preciosa? Mira lo que hago yo con tu teléfono.
- Aaaahhhhhh, pero qué hace, no tire mi teléfono por la ventan, aaaaaaaaaahhhh
- No grites, zorra, ¿estamos?, no grites o te pego un tiro en el corazón.
- Por favor, por favor, no haga...
- ¡Callaté, estúpida, cállate!, ¿estamos?, habla sólo cuando te pregunte ¿estamos?
- ....
- ¡Estamos!
- Sí, sí, pregunte lo que quiera.
- ¿Dónde está el maletín?
- ¿Qué maletín?

Ayer debió ser un día intenso, tengo que recordar ¿qué pasó ayer?, ¿dónde estuve todo el día?, ¿quién es este hombre?, ¿qué quiere de mí?, ¿y el maletín?, ¿de qué maletín habla este tipo?

- No te hagas la graciosa conmigo, ¿estamos? El maletín es el maletín, sólo hay un maletín, ¿estamos? Te lo preguntaré por última vez ¿dónde está el maletín?

sábado, 27 de agosto de 2011

Ayer y hoy (1)


1

El bolso está sobre la mesilla de noche, pero la pistola no está ni dentro del bolso ni fuera del bolso. ¿Dónde habré puesto la pistola?

Lo peor de las noches locas es que después no recuerdo nada. Anoche debió ser una noche loca, muy loca, la noche más loca de todas las noches locas que no recuerdo. Es más no recuerdo nada de ayer, es como si hoy fuese ayer y ayer no hubiese existido. Pero no, ayer existió, el calendario tiene la fea costumbre de decir la verdad y el calendario que está sobre la mesilla de noche dice que ayer fue ayer, no hoy, aunque ayer se haya borrado de mi memoria y hoy no recuerde nada. Pero... ¿qué pasó ayer?, ¿quién me robó la pistola? Y lo que es peor ¿qué hice ayer con la pistola para que hoy no recuerde dónde está?

Tengo un insoportable dolor de cabeza y una resaca de película. No sé si hoy es lunes, martes o domingo. Sería maravilloso que ayer haya sido sábado, porque si ayer fue sábado entonces hoy sería domingo, y si hoy es domingo no tengo que ir a trabajar y puedo seguir en la cama, buscar la pistola, investigar lo que pasó ayer y hoy, es decir ahora, seguir durmiendo. Eso, seguir durmiendo, sea hoy el día que sea necesito seguir durmiendo.

¡Aaaaaahhhhh!, que susto, alguien está dentro de mi cama, pero... ¿quién es?, no he visto a este tipo en mi vida. Tengo que despertarlo y decirle que se vaya, no me gusta dormir con desconocidos. O mejor aún, tengo que despertarle y preguntarle si sabe lo que pasó ayer ¿tendrá mi pistola?

¡Aaaaaaaahhhhh!, ¡Joder, está muerto!

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