martes, 30 de agosto de 2011

Ayer y hoy (4)


4

¡Qué frío! Estoy congelada. Y además, ¿qué me pasa?, ¡no me puedo mover!, me duele todo el cuerpo. ¿Por qué no me puedo mover? Estoy boca abajo, en un lugar frío, muy frío, todo está negro, ¿dónde estoy? ¡Estaré muerta?, si, claro, eso es, estoy muerta. ¡Estamos! me mató. No puedo recordar lo que ha pasado ayer, pero recuerdo perfectamente que ¿Estamos? me mató. Dijo cinco y disparó.

¿Disparó?, que raro, no recuerdo el disparo. Lo vi acercarse sin decir nada, con la pistola a la altura de los ojos, la mano izquierda de lado (estilo gangster zurdo), el dedo en el gatillo y los ojos abiertos, muy abiertos. Se acercaba como a cámara lenta. Y yo ¿qué hacía yo? Claro, yo estaba abriendo la nevera, quería comprobar si allí estaba mi maletín-cartera para entregárselo a ¡Estamos! y ganar tiempo.

Sí, ya sé que puede parecer raro que mi cartera-maletín estuviese en la nevera. A mí también me pareció raro la primera vez. Pero no es tan raro como parece. Lo que pasa es que mi nevera siempre está vacía. Vivo sola, viajo mucho, no como en casa, no tengo tiempo para ir a comprar, etc. etc. En resumen, que soy un desastre y uno de los efectos de que soy un desastre es que mi nevera siempre está vacía. Bueno, para decir la verdad, mi nevera no está nunca vacía del todo, siempre hay un par de botellas de agua, champagne y buen vino. No hace falte que explique para qué tengo champagne y vino (siempre de marca) en la nevera ¿verdad? Nunca se sabe cuándo se pueden necesitar. El agua lo tengo en la nevera porque todos los días, al levantarme y al acostarme, tengo que beber agua, si no bebo agua no puedo irme a dormir. Por las mañanas el agua lo bebo caliente (mi amiga Clara dice que es estupendo para guardar la línea) y por las noche la bebo directamente de la nevera.

Que sigue pareciendo raro, qué le vamos a hacer, eso es todo lo que puedo decir en mi defensa. Eso y que algunos días, los días que no recuerdo lo que pasó ayer, esos días en blanco, esos días en los que pasan cosas extrañas (nunca tan extrañas como las que deben haber pasado ayer y yo no recuerdo hoy) pues eso, esos días, encuentro mi maletín-cartera en la nevera. No soy consciente de nada y como no recuerdo nada, no recuerdo tampoco cómo y por qué los días que no recuerdo nada dejo mi maletín-cartera dentro de la nevera. Es un hecho y punto.

También es un hecho que estoy aquí, en algún lugar, boca abajo, helada de frío y a oscuras. No me puedo mover... Espera, ¡si me puedo mover!, puedo mover un brazo. Si, ya lo muevo, tal vez pueda darme la vuelta. ¡Que dolor!, tengo un dolor insoportable en la cabeza. Claro, cómo no me va a doler la cabeza si tengo un chichón descomunal. Me daré la vuelta, despacio e intentaré levantarme, necesito saber en qué lugar estoy. Lo que parece claro es que no estoy muerta ¿o sí?, ¿será así la muerte? Qué tontería, si estuviese muerta no podría tocarme el chichón. Además, este sitio me parece familiar. Sigo en casa, en la cocina y veo un luz, es la nevera, está abierta. A ves si puedo levantarme. No, no puedo moverme. ¡Qué dolor en las piernas! Pero..... ¿qué ruido es ese? Parece una puerta. ¿Será ¡Estamos! que viene a rematarme? No importa, tengo que gritar.

- ¡Socorrooooooo! Estoy aquí!, ¡aquiiiiii!, en la cocina.

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