miércoles, 21 de septiembre de 2011
Ayer y hoy (23)
23
Sí, es él, el hombre que vi ayer o hace dos meses que para mí sigue siendo ayer. Es la última persona que vi antes de olvidar. ¿Qué hace aquí?
- ¿Puedo pasar?
- Pasa, Adela, pasa y siéntate.
- Ésta es la tarjeta del Señor Villar del Álamo.
- Gracias, Adela.
Pedro Villar del Álamo, no tengo ni idea de quién puede ser este hombre. Viene mucho por aquí y trae un ramo de flores... ¿qué relación me une a él?
- Dime Adela. ¿Por qué crees que el señor Villar del Álamo viene tanto por aquí? Antes me has dicho que no hay ningún expediente con su nombre.
- No, así es, las visitas del señor Villar del Álamo son personales.
- ¿Personales?, ¿cómo de personales?
- Yo... no sé... usted...
- Deja de llamarme de usted, Adela, ¡por el amor de Dios!
- Tú no me has contando nada, pero...
- Sigue, Adela, sigue, pero qué.
- ...
- Contesta, dime lo que piensas, necesito saber lo que estás pensando.
- Yo pienso que el señor Villar del Álamo tiene una relación sentimental con usted, perdón, contigo.
- ¿De verdad?, ¿y qué te hace pensar eso?
- Yo... usted.... perdón, tú...
- Deja de titubear y habla claro, es muy importante. ¿Es que no ves que no recuerdo nada?, ¿no te das cuenta de que estoy perdida?
- Yo creo que usted-tú y el señor Villar tienen una relación sentimental. Incluso han fijado fecha para una celebración personal muy importante, ¿su boda?
- ¿Pero qué dices?, ¿qué día?
- Dentro de cuatro meses. Usted-tú misma me lo dijiste. Siguiendo sus-tus instrucciones he reservado el Hotel Ritz para esa fecha.
- No puede ser. Esto es una pesadilla. No recuerdo nada.
- Que te pasa, Isabel, qué te pasa. Estás pálida. ¿Llamo a urgencias?
- No, a urgencias no, por favor. Ya estoy mejor.
- ¿De verdad no recuerdas nada?
- Así es, Adela, no recuerdo nada desde hace dos meses.
- ¿Hace dos meses? Hace dos meses fue la fiesta de la oficina. Recuerdo que estabas hablando con el señor Villar del Álamo y...
- Y qué pasó después.
- No lo sé, yo tuve que marcharme enseguida, por los niños. Pero...
- Pero qué.
- Desde ese día estás muy rara, pareces otra persona, hasta hoy que...
- Hoy tengo un gran dolor de cabeza y estoy muy cansada, eso es todo. Por favor, no hables con nadie de esto, únicamente conmigo. ¿Lo harás?
- Sí, por supuesto. Pero... ¿quieres que pida hora con el doctor Monterroso?
- ¿Por qué?, ¿quién es el doctor Monterroso?
- Es el mejor especialista en Alzheimer.
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