domingo, 11 de septiembre de 2011
Ayer y hoy (14)
14
Mientras intento que el espejo se rompa, pienso en Clara, en su imagen mirándome, imitándome, sustituyéndome. Y recuerdo a mi madre, ella dice que la imagen que la mira desde el espejo no es la suya, sino que esa imagen es la imagen de su madre, es decir mi abuela. Antes pensaba que mi madre se estaba volviendo, pero ahora creo que la loca soy yo.
El espejo se rompe, ya caen sobre el lavabo y al suelo los piezas irregulares del puzzle esmerilado y el misterio se ha roto con él. Efectivamente, es un espejo, un espejo difícil de romper pero espejo al fin, no hay tecnología informática, ni artificios novelescos. Hay un espejo roto, sólo eso. Detrás no hay nada, ni chip prodigioso, ni cámaras espía, ni nada, un espejo, simplemente eso, un espejo.
Un espejo, pero no es un espejo cualquiera, en cada pedazo de este espejo roto se reproduce la imagen de Clara cuando me miro yo. ¡Mierda!, cientos de Clara me miran en todos los tamaños. Sí, estoy loca, no puede ser de otra manera.
Y tú no dices nada, te has callado por fin, ahora, justo ahora que necesito que alguien me diga lo que está pasando (tranquila, Isabel, tranquila, escucha, alguien está abriendo la otra puerta) no es ese lo que quiero oír, quiero explicaciones y... es verdad la puerta, alguien está abriendo la puerta.
- ¡Otra vez lo mismo!, pero por Dios, señorita, ¿por qué rompe los espejos?, ¿de nuevo con la historia de que usted no es la que es? Es una pesadilla frutos de los calmantes y todos los medicamentos que la hemos tenido que administras. No es real, es una pesadilla, la misma pesadilla que se repite una y otra vez.
- ¿Dónde estoy?, ¿quién es usted?, ¿cuánto tiempo llevo aquí?, ¿qué me pasa?
- Lo sabe perfectamente, se lo he dicho cada día. Soy enfermero, éste es el Hospital Central, usted tuvo un accidente y ha estado en coma varios meses. Pero, afortunadamente, ya está mucho mejor. No se preocupe, Clara, no se preocupe.
- ¡Yo no me llamo Clara, me llamo Isabel! ¡Entiende! Isabeeeeeeeelllll! Llámeme Isabel, no me llamo Clara.
- No grite, por favor, no grite, se pondrá usted peor. Es una pesadilla, sólo eso, una pesadilla. Usted es Clara y...
- Isabeeeeeeeelllllll, llámeme Isabeeeeeleeeee,
- De acuerdo, Isabel, la llamaré Isabel si es eso lo que quiere, pero tranquilícese.
- ¿Qué hace?, por qué me está pinchando. No por favor, no, ¿qué contiene esa jeringuillas?
- No es nada, tranquila, no es nada, sólo quiero que se tranquilice, Clara, nada más.
- Yo soy Clara, Clara, Cl a r a a a a....
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Ayer todo el día esperando como un bobo. Llegue a pensar, que se había terminado sin que yo me diese cuenta. Mala cosa, eso de romper espejos. En ellos habitan «energíaa a a a s ss...».
ResponderEliminarBesos y versos (que bien suena).
Hola Luis, buenas noches, gracias por tu comentario. Lo que pasa es que estoy un poco liada y enun viaje, no todos los días podre insertar un capítulo. Pero esta novela será larga, sólo está comenzando. Versos y besos,
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