miércoles, 12 de octubre de 2011

Ayer y hoy (42)


42

Algo muy gordo le pasa a Adela. Se ha marchado corriendo, huyendo, su cara era la imagen de alguien aterrorizado. ¡Mierda, mierda, mierda!, ¿qué la pasa realmente? (no te engañes, Isabel, no te engañes, sabes perfectamente que lo que le pasa tiene que ver con lo que te pasa a ti, algo que está pasando en vuestro trabajo), ¿el trabajo?, ¿el marido? Y quién será ese hombre que ha salido de aquí tras ella? Tengo que leer el informe Hurtado. Pero... ¿dónde está? Se lo ha llevado, no quiere que sepa de qué se trata. Tal vez debería ir ahora mismo a la oficina y revisarlo, o ir a la casa de Adela y pasar allí con ella la noche, estaba muy asustada, o llamar a la policía y contarle todo... No, no puedo ir a su casa ni llamar a la policía. ¡Mierda!, estoy hecha un lío (vete a dormir, Isabel, mañana será otro día), no podré dormir en toda la noche, lo sé. Subiré a la habitación y leeré la carta de Clara, luego volveré a llamar a Juan. Eso es, lo que necesito realmente es llamar a Juan.

“Querida Isabel, si estás leyendo esta carta es que estoy muerta. No puedo contarte todo lo que he pasado los últimos meses, porque ni yo misma lo sé. Hoy, de pronto, me he despertado en un lugar extraño y no recuerdo por qué estoy aquí. En este lugar hay muebles que no conozco, ropa que yo no he comprado nunca, fotos terribles en las que estoy yo pero en las que no me reconozco.
Por todas partes está tu nombre. Tengo miedo por mí, por ti, por todo. Voy a escaparme, quiero ir a verte y pedirte ayuda. He querido llamarte pero aquí no hay teléfono y no sé qué han hecho con mi teléfono móvil.
Quiero que sepas que oigas lo que oigas o leas lo que leas sobre mí, es mentira o no tiene que ver conmigo. Ten cuidado, ten mucho cuidado.
Me persiguen, me amenazan y tengo la sensación que tú también estás en peligro. Estoy aterrorizada. Eres mi mejor amiga. Te quiero, no lo olvides.”

Dios mío, qué es esto, Clara también. Es real, no es un sueño. En esta carta ella me cuenta algo parecido a lo que me ha pasado a mi. Tengo que llamar a Juan. Sólo él puede ayudarme. Ahora parece que hay señal.

- ¿Dígame? (es la voz de una mujer, ¿quién puede ser?)
- ....
- ¿Diga?, ¡hay alguien ahí?
- ¿Puedo hablar con Juan Delavert, por favor?
- ¿De parte de quién?
- ....
- Oiga, oiga, no la escucho.

Tengo que colgar, no sé quién es la mujer que tiene el teléfono de Juan. Tal vez sea una amiga, una amante, una novia. Pero... Sí, Juan está con ella, le está preguntando algo y...

- ¿Oiga? (Dios mío es él, tengo que contestar, tengo que decir que soy yo, que necesito hablar con él, pero... no puedo)
- ....
- Isabel, ¿eres tú?

4 comentarios:

  1. A estas alturas ya te habrás dado cuenta que me gusta de verdad.
    La historia, la encuentro entretenida, pero lo que realmente me gusta, es tu forma de escribir. Como envidio esa frescura, esa aparente sencillez...
    Aprendo mucho de tu lectura. Creo, que hasta he sido capaz de mejorar mi propia escritura, si es que eso es posible,dada mi probada torpeza.
    Besos y versos o prosa (pero que no falte) ☺

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  2. Gracias Luis, muchas gracias.
    Sí, es cierto, me sorprende que sigas leyendo y comentando, me acompaña y me anima.
    Soy sencilla, mi escritura también lo es, no podría ser de otra manera.
    Tú escribes muy bien, no tengo nada que enseñarte. Has ganado varios premios desde que nos vimos hace poco y yo ninguno :(
    jajajajaja. Versos, prosa y besos (muchos) jajajaj

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  3. Lo tuyo son premios, lo mío..., es más un eufemismo, llamarlo premio. No pretendo ningunear a quien convoca, solo diferenciar entre unos y otros.
    Muchos, sí...

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  4. jajajajaja, los premios son eso: premios, reconocimientos a lo que escribes. No te ningunees a ti mismo, escribes bien ¿vale? Yo soy una aprendiz, también, Luis, estoy aprendiendo, nada más ¿de acuerdo? jajajaja

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