viernes, 21 de octubre de 2011

Ayer y hoy (50)


50

No, no quiero despertarme, no quiero abrir los ojos, no quiero comprobar que estoy soñando, que Juan ha sido un sueño, que sus labios, sus manos, su piel sobre mi piel, han sido sueño, que son un sueño estos sentimientos, que es un sueño la unión de los cuerpos, que es un sueño este ahora tan grande, este yo tan pequeño, este sabor a él, este sabor a encuentros repetidos, que esto dulce momento es simplemente un sueño.

No, no quiero despertarme, no quiero abrir los ojos y encontrar el vacío. No quiero abrir lo ojos y descubrir que todo es irreal, que Juan no está, que tal vez no estuvo nunca. No quiero abrir los ojos y descubrir de nuevo que todo cambia cada vez que me duermo y al despertar soy otra, que el tiempo está pasando sin que yo pueda hacer nada por comprender por qué algunos recuerdos desaparecen. No, no quiero abrir los ojos, quiero que se prolongue el duermevela que contiene su aroma.

No, no quiero despertar, esta vez no, esta vez he sentido cómo se fueron acelerando los impulsos y las emociones, los silencios desnudos y el jadeo, el rito y la locura. Sentir de nuevo el descubrimiento, la entrega al ritmo de una música inaudible para el resto del mundo, cómo nos buscamos por todos los rincones de nuestra anatomía, cómo nuestras salivas derramaron el mar entre las sábanas, cómo estuvimos dentro del misterio y cómo presentimos el fogonazo ardiente del amor y el inmenso placer del sexo compartido.

No quiero despertar, no quiero abrir los ojos, alargaré las manos y rozaré sus labios con la punta de mis dedos y entonces... No, no puede ser, Juan no está aquí, ¿cómo es posible. ¿Dónde estoy?, ¿dónde está?, ¿qué está pasando? Mierda, mierda, mierda (abre los ojos Isabel, abre los ojos, enfréntate a la realidad), no puedo, no quiero abrir los ojos, no quiero descubrir que estoy en casa, que todo ha sido un sueño (no, Isabel, no ha sido un sueño, aspira el aroma que aún queda entre las pliegues de la cama, siente su sabor en tu cuerpo, descubre las sensaciones dulces del día de después), es cierto, tienes razón, todo lo que siento es real, lo que recuerdo tiene que haber sido real.

Sí, abriré los ojos, tengo que abrir los ojos, ya los abro. Sí, es cierto, estoy en el hotel, el escenario es el mismo en el que me dormí de madrugada, tras vivir el milagro de un nosotros inmenso, inigualable. El lecho sigue estando caliente y aún persiste la huella de Juan. No, no ha sido una pesadilla lo que hemos vivido, sino un sueño real. El nosotros existe, por fin.

- Juan, Juan, estás ahí (tal vez esté en el baño)
- ...
- Juan. Contesta Juan.
- ...

Entraré en el cuarto de baño. ¡Oooohhhh!, qué alegría, este te quiero escrito en el espejo lleva su firma, Juan ha estado aquí, pero dónde está ahora... Se ha marchado, pero adónde ha ido, lo llamaré al móvil. Mi teléfono móvil debe estar en la otra habitación, dejé allí el bolso, todo. Me vestiré e iré a buscarlo. Mierda, la pistola está sobre la mesilla. No, no quiero recordar lo que pasó antes del amor, no quiero que el recuerdo de Pedro Villar del Álamo emborrone el recuerdo de una noche inolvidable. Pero.. ¿qué es esto?, una nota de Juan

“Hola, mi amor, buenos días, estabas tan profundamente dormida que no he querido despertarte. Descansa, necesitas descansar. No te preocupes por tu trabajo, he llamado para decir que llegarás tarde. Nos vemos cuando quieras. ¡Llámame! Hablaremos, tenemos que hablar. Te quiero”

Me quiere, ¡Juan me quiere! La felicidad debe ser esto. El trabajo, no, no puedo descansar más, tengo que ir a la oficina, revisar el expediente Hurtado ¿qué hora es? ¡mierda, mierda, mierda!, son las doce de la mañana, hace varias horas que tendría que estar en el despacho. Me daré una ducha, me vestiré y llamaré al despacho para hablar con Adela.

Adela, ¡Dios mío! me había olvidado de Adela. Prometí llamarle por la noche para ver si había llegado bien a casa, pero no he cumplido la promesa. Tengo que hablar con ella de inmediato.

2 comentarios:

  1. Mucho me temo que «tras la tempestad...»

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  2. jajajaja ¿la tempestad?, jajajaj. Curiosa manera de llamarlo. No sé qué hacer con todo esto junto. jajaja Un abrazo muy fuerte, amigo Luis.

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