martes, 4 de octubre de 2011
Ayer y hoy (36)
36
No, no puedo darle el teléfono, debo ganar tiempo, saber más de ese tipo antes de dar su teléfono al hermano de Clara. Además, tengo que localizar a Juan, necesito hablar con él, contarle todo y saber su opinión.
- Definitivamente, Isabel, a ti te pasa algo. Estás muy preocupada, te conozco y sé que te pasa algo, no es sólo que Clara, tu mejor amiga, esté muerta, es algo más.
- Sí, tienes razón, es algo más, estoy preocupada por el trabajo.
- Claro, el trabajo, deberías relajarte un poco, pensar en ti misma y no trabajar tanto. ¿Cuánto hace que no tomas vacaciones?
- ¿Vacaciones? Sí, tienes razón, tengo que tomar vacaciones, las tomaré en unos días.
- Eso me parece estupendo. También deberías comer mejor. Estás demasiado delgada.
- Sí, eso, es cierto, hasta a mí me sorprende lo delgada que estoy.
- ¿Quieres que salgamos a cenar?
- No Juan, tengo que marcharme. Seguimos en contacto, ¿vale?
- Espera que te llevo a casa.
- No, no te preocupes, tengo que hacer algo antes, tomaré un taxi.
- ¿Seguro?, no me importa nada acercarte a dónde me digas.
- No, de verdad, no hace falta.
- Como quieras. ¡Ah!, por cierto, ¿tienes o no tienes el teléfono de ese tipo que está con Clara en las fotos?
- No te preocupes por eso, Pedro, cuando llegue al despacho le pregunto a Adela si lo tenemos y te llamo ¿de acuerdo?
- Entonces... ¿tú no lo tienes?
- No, ¿por qué lo iba a tener? Ya te he dicho que apenas lo conozco.
- Vale. De todas formas tenme informado ¿vale?, quiero hablar con él, necesito hablar con él.
- No sé si es buena idea, Pedro. No deberías profundizar en una relación que Clara ha querido mantener en secreto. No sé... tal vez deberíamos respetar eso.
- No, Isabel, no. Clara está muerte y mi deber, mi obligación es conocer qué pasó los últimos meses en su vida. La Clara que muestran las evidencias no es la que tú y yo conocíamos. Las personas no cambian de golpe. Aquí pasa algo y tengo que descubrir qué es.
- De acuerdo, te daré el teléfono cuando vaya al despacho. Y ahora te dejo.
- Te acompaño hasta que subas al taxi.
Tengo que pensar todo esto con tranquilidad, analizar cada detalle, seguro que algo que se me está escapando. Llamaré a Juan de nuevo. ¡Mierda!, ese tipo me persigue, tengo más de cincuenta llamadas perdidas suyas. ¿Cómo puedo saber algo más de su vida?, buscaré en Internet, para empezar. Por otra parte... ¿a quién conozco de confianza que me ayude a investigar a ese tipacarraco...? (no conoces a nadie, Isabel, a nadie, últimamente tus conocidos son muchos pero ninguno de confianza y has perdido el contacto con tus amigos de antes), llamaré a Juan.
- El teléfono al que llama está desconectado o fuera de cobertura en este momento. Deje su mensaje después de escuchar la señal.
- Juan, soy yo, necesito hablar contigo. Llámame cuando escuches este mensaje, sea la hora que sea. ¡Por favor!, Juan, es urgente.
No sé qué hacer, no sé si ir al despacho a revisar el expediente Hurtado o ir al hotel. Estoy muy cansada, tengo hambre y me duele la cabeza. No creo que pueda pasarme toda la noche revisando un expediente. Lo más sensato es ir al hotel, cenar algo, darme una ducha y leer la carta de Clara y los informes que ha preparado Adela. Sí, eso es lo mejor que puedo hacer.
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