domingo, 16 de diciembre de 2012


En este bloc encontrarás una historia. Si comienzas desde la entrada más antigua, podrás seguir su desarrollo hasta el capítulo 60. La historia continúa, pero el blog termina aquí. Cada lector puede inventar el final. Gracias. Versos y besos

lunes, 12 de diciembre de 2011

Ayer y hoy (60)


60

Juan tampoco contesta, ni siquiera puedo conectar con su teléfono móvil. Me siento encerrada en una tela de araña, en una burbuja que no me deja respirar, no sé lo que está pasando con mi vida, con mi trabajo, con todo. No me queda más remedio que hablar con Hurtado, tal vez él me pueda explicar lo que está pasando aquí. Además, le pediré el expediente que lleva su nombre. Pero antes, hablaré más despacio con la sustituta de Adela.

- Por favor, ¿puede venir a mi despacho?
- Claro, ahora mismo.
- Gracias, pero antes, llame al señor Hurtado y dígale que haga llegar a mi despacho el expediente que lleva su nombre.
- De acuerdo. ¿Prefiere que vaya yo a buscarlo y se lo lleve a su despacho?
- No, prefiero que hagas lo que te he dicho: llama a la secretaria de Hurtado y le dices que nos traiga el expediente.
- Lo siento, pero eso no puede ser.
- ¿Por qué no puede ser?
- Porque la secretaria del señor Hurtado era yo y él me pidió que viniese aquí porque su secretaria no había venido a trabajar, ni usted tampoco ¿no lo recuerda? Se lo dije antes.
- Es cierto, tienes razón, lo había olvidado. Entonces, será mejor que vaya usted al despacho del señor Hurtado, le pida el expediente y luego venga a mi despacho ¿de acuerdo?
- Lo que usted mande, señorita.

Seguiré llamando a Juan y a Adela, necesito contactar con los dos.

- Oiga, señorita, ¿le falta mucho? Los registros se están terminando y nos tenemos que ir a Comisaría.
- ¿Cómo que nos tenemos que ir?, ¿yo también?
- Claro, usted también. Todos los trabajadores tienen que pasar a declarar por comisaría.
- ¿Y tiene que ser hoy, ahora?, ¿no puede ser mañana?
- Efectivamente, no puede ser mañana, tiene que ser hoy.
- Pero podrá ser por la tarde ¿no?, quiero ir a la casa de mi anterior secretaria para ver si está bien, no me coge el teléfono y estoy preocupada.
- Lo siento, pero tengo órdenes de llevarla a usted a comisaría cuando terminemos aquí. Y no se preocupe por su secretaria que está bien.
- ¿Y usted cómo lo sabe?
- ...

Por qué no me contesta, este tipo dice que mi secretaría está bien ¿por qué dice eso? ¿Será que ella también está en comisaría? Debe ser muy gordo lo que ha pasado aquí para que todo el mundo tenga que ir a declarar. La policía está realizando un registro en toda regla. Pero... ¿y mi ordenador?, ¿se han llevado también mi ordenador?

- No me mire así, ya sé lo que quiere saber, la respuesta es sí, nos hemos llevado todos los ordenadores de estas oficinas.
- Pero ¿por qué?, necesito que alguien me dé una respuesta. Llame a su jefe, por favor, quiero hablar con él.
- De acuerdo, le llamaré, pero no creo que quiera, sus órdenes fueron claras: hablaré con ella en la comisaría.
- No iré a comisaría sin saber qué está pasando y por qué tengo que ir.

Por mucho que lo piense no se me ocurre nada por lo que la policía esté aquí. Todos los expedientes en los que he estado trabajando son claros, transparentes (recuerda, Isabel, que no recuerdas nada de lo que ha pasado las últimas semanas), es cierto, eso debe ser. Pase lo que pase aquí está pasando desde que no recuerdo haber estado aquí. ¡Dios mío!, esto puede ser peor de lo que parece.

- ¿Puedo pasar?
- Sí, claro, pase.
- Lo siento, señorita, pero no he podido encontrar el expediente Hurtado, tampoco estaba el señor Hurtado, me ha dicho la policía que se lo han llevado detenido.
- ¿Detenido?
- Eso me han dicho, y yo... ¿qué va a pasar conmigo?, acabo de entrar a trabajar, qué mala suerte, señorita.
- ¿Cómo se llama usted?
- Alicia, me llamo Alicia Pérez.
- No llore Alicia, usted no tiene nada que temer. Ya lo verá.

¿Se han llevado detenido al señor Hurtado?, aquí pasa algo muy gordo y yo sin enterarme de nada. Quisiera recordar, saber lo que he hice las últimas semanas.

- Mi jefe al teléfono, señorita, puede hablar con él.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Ayer y hoy (59)


59

Llamaré a Adela, tengo que saber qué le pasa, por qué no ha venido a trabajar. Si se encuentra mal, si está asustada (lo estaba anoche) iré yo a su casa, si quiere, para ayudarla, pare prestar más atención a sus preocupaciones. Tal vez, incluso, tengan algo que ver con todo lo que está pasando hoy aquí.

El teléfono ya habrá cargado lo suficiente para poder llamar o, al menos, buscar el número de teléfono privado de Adela y llamarla desde el teléfono fijo, no me gusta utilizar el teléfono móvil cuando se está cargando. Mejor aún, buscaré el teléfono de Adela en el la libreta de anotaciones que tengo en el cajón.

Pero... ¿esto qué es?, no hay nada en los cajones, ni las libretas de anotaciones, ni el dietario, ni los documentos privados, nada, de nada (anda con mucho cuidado, Isabel, es posible que se lo haya llevado todo la policía, también es posible que hayan intervenido tú teléfono, ten cuidado con lo que dices); yo no tengo nada que ocultar, puedo hablar con quien quiera y lo que quiera (¿estás segura?, no recuerdas lo que has hecho últimamente ¿cómo sabes que no has hecho algo tan terrible que repugna a tu conciencia y por eso lo quieres olvidar?); no, no puede ser, eso no es posible. ¡Dios mío!, tengo que llamar a Adela, la llamaré desde el móvil, allí tengo su teléfono de casa. Sí eso, haré.

- ¿Qué sé cree que está haciendo?
- Busco un teléfono en el móvil para llamar a mi secretaria, dado que al parecer hoy no ha venido a trabajar, ¿algún problema?
- Puede buscar los teléfonos que quiera en su móvil, pero no puede hablar por teléfono desde el móvil, ¿entendido? Llame desde el teléfono del despacho, que además es más barato ¿vale?
- Pero ¿qué dice?, llamaré desde mi teléfono móvil si quiero, estaría bueno.
- Usted llamará desde dónde yo le diga o no llamará.
- ¡Esto es el colmo!
- Deme el teléfono móvil, que yo busco el teléfono que quiera.
- No, eso ni hablar, mi teléfono es mío y no se lo dejo a nadie, a no ser que me lo diga un juez.
- Está bien, usted gana, busque los números que quiera, pero no intente llamar por teléfono desde el móvil, porque si intenta llamar por teléfono desde el móvil le pondré las esposas y la llevaré detenida a la Comisaría y allí le podrá explicar al sargento eso del juez ¿me ha comprendido?
- ...
- Así me gusta, calladita. Busque los teléfonos que quiera, pero llame desde el teléfono del despacho, no desde el móvil.

Está claro que el teléfono del despacho está intervenido. Por eso no quiere que llame desde el móvil. Lo que no comprendo es por qué me han dejado subir, por qué no me han dicho nada del caso, por qué me han puesto a una persona para que me vigile. Llamaré a Adela de todas formas.

- ¿Qué pasa?, ¿no contestan?
- ...
- No hace falta que me diga nada, ya veo que su secretaria no contesta.
- ...
- Y ahora se pone digna, la muy...
- No me insulte, si me insulta se las tendrá que ver con los tribunales.
- Me hace gracia que hable usted, precisamente, de llevarme a los tribunales. La que irá a los tribunales será usted y toda esta pandilla de señoritingos de esta torre de cristal.
- Si me acusa de algo ¿dígame de qué?, ¿cuénteme lo que está pasando?, ¿dígame si tengo que llamar a un abogado?, de lo contrario hágame el favor de no hablarme en la forma que me está hablando o le denunciaré por agresiones.
- ...

Llamaré a Juan, tengo que llamar a Juan. No puedo dejarle al margen de esto.

martes, 6 de diciembre de 2011

Ayer y hoy (58)


58

¿Cómo es posible que Pedro Villar del Álamo sea policía?, algo se me escapa. Ese tipo es un sinvergüenza, un maltratador, un asesino en potencia. Además, las fotos con mi amiga, el asunto conmigo que no recuerdo. No, no puede ser, algo no encaja en toda esta historia, no se puede tratar del mismo Pedro. Sin embargo, son iguales los dos apellidos... ¿Qué probabilidades hay de que haya dos personas con el mismo nombre y los mismos dos apellidos? Imposible, tiene que ser el mismo.

- De acuerdo, llame al señor Villar del Álamo, no me importa, pero dígale que quiero presentar una denuncia contra él por lo que pasó anoche. Un policía se lo llevó detenido y un amigo mío que lo vio todo habrá puesto la denuncia esta mañana.
- ¿Que un policía ha detenido a otro policía?, esta si que es bueno, debe estar loca. ¿Una denuncia?, jajajajajaj, no me haga reír, señorita.
- No comprendo qué es lo que le hace tanta gracia. Lo que le estoy diciendo es verdad.
- Espero un momento. Y no se mueva, no intente nada, ¿de acuerdo?
- Pero qué quiere que intente, si está usted delante de la puerta como un perro guardián.
- ¡Silencio!

Le llaman por teléfono, prestaré atención a la conversación.

- ....
- Sí, aquí está, ¿quiere hablar con ella?
- ...
- Si quiere bajamos ahora mismo, dice que tiene que cargar su móvil y hacer algunas llamadas.
- ...
- No, no señor, he seguido sus instrucciones al pie de la letra, no la he dejado sola ni un minuto, no hemos salido del despacho ni ella ni yo.
- ...
- Lo que usted diga, señor. A la orden, señor. Sí, señor.

Está claro que está hablado de mí, pero con quién. Tengo que enterarme (tal vez sea mejor que te hagas la tonta, Isabel, como si un hubieses escuchado nada). El teléfono ya está cargando, puedo llamar por teléfono y... pero antes tengo que saber quién le ha llamado y por qué esa persona, que es un superior, está hablando con este policía de mi.

- Dígame, ¿con quién estaba hablando?
- A usted no le importa una mierda con quién hable yo o deje de hablar. Usted a lo suyo, y deprisita, que tenemos que bajar ya ¿entendido?
- Sí, si que me importa, porque estaban hablando de mi.
- ¿De usted?, jajajajajajaja. Se cree importante, ¿es eso?, usted se cree muy importante, aquí, en su despacho, en la torre de cristal. Usted, como otros muchos ejecutivos de mierda, son unos miserables y..
- Oíga, no me insulte, usted no me conoce y...
- ¿Me va a denunciar también?, jajajaja, mire cómo tiemblo.
- Yo sólo quería saber con quién estaba hablando y por qué hablaban de mi.
- No tengo que darle a usted ninguna explicación. Haga las llamadas que tenga que hacer y puerta, si tarda mucho tendremos que marcharnos ¿comprendido?
- No tiene por qué tratarme así, yo no..
- Usted se calla y termina ya o tendremos que marcharnos sin que haya terminado de hacer lo que quiera que haya venido a hacer aquí. Aunque me temo que no le servirá de nada.
- Pero... ¿de qué habla? Dígame que es...
- ¡Silencio, coño!, ni una palabra más o salimos de aquí cagando leches.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Ayer y hoy (57)


57

Me preocupa mucho que Adela no haya venido a trabajar. Ayer estaba muy nerviosa, espero que no le haya pasado nada. Buscaré su número de teléfono móvil y la llamaré yo misma (¡Ay!, Isabel, Isabel, qué cabeza tienes, aún no has puesto a cargar el teléfono, te recuerdo que lo tienes descargado), es verdad el móvil está descargado, pero no pasa nada, ahora mismo lo pongo a cargar y enseguida podré llamar a Adela y a Juan, tengo que llamar también a Juan y contarle lo que está pasando aquí para ver si él sabe algo o si puede investigar algo. Aunque... será mejor dejar a Juan al margen de todo esto (eso es una tontería Isabel, Juan conoce a un policía, seguro que si no lo sabe puede intentar averiguar algo, debes llamarlo), no sé qué hacer, pensaré detenidamente todo esto. Lo mejor será llamar a Hurtado, sí eso es, lo llamaré (antes pon a cargar el móvil, que ya se te olvidaba otra vez), claro, antes pondré a cargar el teléfono.

- ¿Qué hace?, ¿qué está buscando?
- ¿Me dice a mi?
- Sí, claro, a quién sino.
- Voy a coger mi bolso, para sacar el teléfono móvil y ponerlo a cargar porque se ha quedado sin batería.
- Deme el bolso y lo busco yo. No quiero sorpresas desagradables.
- No le comprendo, ¿de qué sorpresas desagradables habla?
- Deme el bolso, haga el favor.
- Tome, tome, aquí lo tiene.

No sé que es lo que teme este policía, no sé qué piensa que puedo estar buscando en el bolso, a no ser que..., ¡mierda, mierda, mierda!, como esté dentro la pistola...

- ¿Y esto qué es?
- Una pistola, no lo está viendo, es una pistola. Deme el teléfono, por favor, tengo que ponerlo a cargar.
- Más despacio, antes dígame ¿qué hace esta pistola en su bolso?
- No lo sé. Yo también estoy sorprendida. Pero, por favor, ¿mientras hablamos puede darme el teléfono móvil para ponerlo a cargar?
- Le daré el teléfono móvil si contesta a la pregunta que acabo de formularle ¿qué hace en su bolso una pistola de policía?
- ¿De policía?, pero qué dice, esa pistola no es de policía. Esa pistola es de un sinvergüenza.
- ¿De un sinvergüenza?, ¿cómo se llama ese sinvergüenza?
- Pedro Villar del Álamo.
- Pedro Villar del Álamo es policía, señorita, ¿por qué dice que es un sinvergüenza?
- ¿Pedro Villar del Álamo, policía?, no me lo puedo creer. Por favor, deme el móvil, tengo que ponerlo a cargar, necesito hacer algunas llamadas y los teléfonos a los que tengo que llamar están en el móvil.
- ¡Conteste a mis preguntas o tiro su móvil por la ventana!
- ¿Qué más quiere saber? Ya le he dicho de quién es la pistola ¿no?
- Claro, pero lo que no me ha dicho es por qué la tiene usted.
- La tengo porque esta noche... Mire, lo mejor es que me dé el teléfono, lo pongo a cargar y llamo a una persona que le podrá explicar a usted, mucho mejor que yo, por qué tengo yo la pistola de Pedro Villar del Álamo.
- Ni lo sueñe. Lo que voy a hacer es llamar a Pedro Villar del Álamo, para ver qué me cuenta.

Ayer y hoy (56)


56

Tengo que ordenar mi mente, tranquilizarme, entender lo que está pasando, descubrir qué es lo que busca la policía en mi lugar de trabajo (yo creo, Isabel, que todo esto tiene que ver contigo, con lo que no recuerdas, con lo que ha pasado cuando no estabas aquí o estabas aquí sin que ahora recuerdes que estuviste). Sí, eso debe ser, en este tiempo que no recuerdo debe estar la clave para entender lo que sucede ahora.

- Señorita ¿la pasa algo?, contesté ¿qué la pasa?
- ...
- ¿Necesita ayuda?, está pálida.
- Pero... ¿qué hace?, ¡no me toque!
- De pronto se ha quedado inmóvil y estaba pálida, pensé que le pasaba algo.
- ¿Le parece poco lo que me pasa? Necesito salir, hablar con mi secretaria, ir a la sala de reuniones a buscar un expediente y usted me tiene aquí encerrada.
- Lo siento señorita pero cumplo órdenes, no puede salir de aquí. Si necesita algo dígamelo y un compañero mío irá a buscarlo. Llame a su secretaria si quiere, pero no puede andar por ahí.
- Pues justo ahí tiene la respuesta. Lo que me pasa que estoy retenida contra mi voluntad y no sé por qué.
- No está retenida contra su voluntad, usted quiso subir aquí a pesar de que sabía las condiciones. Además, es libre, simplemente no puede andar por las dependencias de la oficina porque interrumpiría la investigación que se está llevando a cabo.
- ¿Qué investigación?, ¿por qué?, ¿qué buscan aquí?
- Ya le he dicho más de lo que le podía decir. Esas preguntas se las responderá mi jefe cuando lo crea conveniente. Ahora haga las llamadas que necesite hacer y cuando termine volvemos a bajar a la calle y ya está.
- De acuerdo, ¿puede decir a mi secretaria que venga?, ¡por favor!
- Es mejor que la llame por teléfono, yo no me puedo mover de aquí.
- No hace falta que se mueva de la puerta, simplemente la abre y le dice a la persona que está sentada junto a la mesa, en el despacho que está a la entrada, que venga, que quiero hablar con ella.
- No insista, señorita, es mucho mejor que le llame por teléfono usted misma y le pida que venga aquí.

Tal vez los teléfonos estén intervenidos. Sí eso debe ser, quieren tener el control sobre todo lo que pasa en la oficina. Por eso insiste en que llame por teléfono. Pero yo no tengo nada que ocultar, puedo llamar sin ningún problema. Eso es lo que haré.

- Adela, por favor, ven a mi despacho.
- Lo siento, pero Adela no está.
- ¿No está?, ¿dónde está?
- No lo sé, yo soy la nueva.
- ¿Qué nueva?, mi secretaria es Adela ¿quién la ha destinado a este puesto de trabajo?, ¿dónde está Adela?, ¿qué pasa?
- Yo no sé nada de eso. Entré a trabajar aquí hace un par de semanas y hoy me ha dicho mi jefe que viniese a sustituir a Adela porque ella no estaba y usted vendría tarde.
- ¿Su jefe?, ¿quién es su jefe? No comprendo nada.
- Mi jefe es el señor Miguel Hurtado, él es el que me contrató.
- ¿Miguel Hurtado es su jefe?
- Sí, así es, él me pidió está mañana que viniese aquí. Luego llegó la policía y...
- ¿Qué más?, ¿qué más le ha pedido el señor Hurtado que haga?
- Lo siento, señorita, pero no se lo puedo decir.
- ¿Por qué no me lo puede decir?
- Compréndalo, a mi me ha contratado el señor Hurtado y lo que él me mande hacer sólo se lo puedo decir a él.
- ¡Esto es el colmo!, llame inmediatamente a mi secretaria a su casa.
- Eso tampoco podrá ser. Llevo llamando toda la mañana a su secretaria (por indicación del señor Hurtado) pero en casa de Adela no contesta nadie al teléfono.
- No importa, yo misma la llamaré al teléfono móvil. Usted vaya a la sala de reuniones y tráigame el expediente Hurtado, por favor.
- Lo siento, pero ese expediente se lo he llevado al señor Hurtado esta mañana, lo tiene él ¿quiere que se lo pida?

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ayer y hoy (55)


55

No sé por qué tenemos que subir en el montacargas. No comprendo nada. Este policía me mira de una forma muy rara. ¿Qué pasará en el Edificio de Cristal?, ¿en qué planta del edificio estará interviniendo la policía? Si me han dejado pasar es porque en nuestras oficinas no pasa nada ¿o sí?, no lo sé.

- Oiga, ¿de verdad no puede decirme nada de nada?
- Correcto
- ¿Ni siquiera puede decirme si lo que está pasando, sea lo que sea, pasa en mi oficina?
- Eso lo comprobará usted misma cuando llegue a su oficina. Yo no sé nada.
- ¡Cómo que no sabe nada!, eso no me lo creo. Usted tiene pinta de ser una persona inteligente y que sabe mucho. Ande, sea bueno y dígame algo.
- ¡Silencio!, no trate de liarme, señorita, diga lo que diga usted, yo no le voy a decir nada, ¡entendido!
- Pero, es que...
- ¡Silencio!, no diga ni una palabra más.
- ....

Menudo humor se gasta el policía éste. No sé qué puedo encontrarme en la oficina y ya no hay vuelta atrás. Por otra parte, necesito subir, cargar el móvil, hablar con Adela, revisar el expediente Hurtado y llamar a Juan. Tal vez él sepa algo de lo que está pasando aquí.

¡Mierda!, la puerta está abierta, hay mucho revuelo. La policía está por todas partes. Pase lo que pase en el edificio, está pasando aquí.

- No corra, señorita, no corra que es peor. Yo le acompañaré hasta su despacho. Pero no se le ocurra hacer nada extraño porque entonces tendré que ponerle las esposas.
- ¿Las esposas?, ¿por qué?
- ¡Silencio!, le he dicho que no hable. Ya le explicará lo que pasa quien se lo tenga que explicar, mientras tanto guarde silencio.

Todo está revuelto. La policía se está llevando ordenadores, expedientes. ¡Dios mío!, ¿qué está pasando aquí? Adela, tengo que hablar con Adela.

- Vamos, señorita, siga adelante, no se pare, usted quería ir a su despacho ¿no?, pues vamos a su despacho.
- ¿No puedo hablar con mi secretaria?
- Hablará con ella desde su despacho. Lo que tenga que hacer lo hará desde su despacho, en mi presencia. No puede moverse de su despacho ¿me ha entendido?
- ...
- Contesté, ¿me ha entendido?
- No, no comprendo nada, no sé lo que está pasando aquí, que alguien me lo explique por favor.
- Ya se lo explicarán. Ahora haga lo que haya venido a hacer aquí.
- ...

Este registro e incautación de bienes que está haciendo la policía tiene que responder a algo muy grave ¿pero qué puede ser? Llamaré a Adela, seguro que ella sabe algo. Antes conectaré el móvil para que se vaya cargando.

- Señor policía, ¿puedo llamar por teléfono?
- Sí, claro, llame. Usted haga lo que tenga que hacer.
- Y... ¿tiene que estar usted aquí todo el tiempo?
- Correcto.
- ¿No puede esperar fuera?
- No, tengo que estar aquí, a su lado.
- Pero es que...
- Pero es que nada, aquí las reglas las pongo yo. Llame por teléfono si quiere, haga lo que quiera hacer, pero en mi presencia, ¿de acuerdo?
- ...